Incertidumbre para los productores de acero
Cada vez más plantas siderúrgicas anuncian un parón en la producción. Los productores de acero de Europa y Estados Unidos ralentizan su producción ante los altos costes de la energía y el debilitamiento de la demanda, erosionada por las crecientes presiones económicas. La industria siderúrgica es un sector que consume mucha energía y se está mostrando particularmente vulnerable a la actual crisis energética, especialmente en la UE. La revisión a la baja de las previsiones de crecimiento hace presagiar tiempos difíciles para el mundo del acero, que tendrá que hacer prueba de austeridad para mantener su valor estratégico y seguir creciendo como referente industrial.
Vienen tiempos complicados para el sector del acero. Según la asociación mundial de fabricantes World Steel, la producción de acero crudo (lingotes, productos semiacabados y acero líquido para fundición) retrocedió en la Unión Europea el 5,6% en 2022, dos décimas por encima de la caída experimentada globalmente. Esto coincide, además, con una demanda cada vez más débil ante la incertidumbre económica actual, y que también se ve afectada por la crisis de suministros que está lastrando industrias fundamentales para el sector, como la de la automoción.
Estos datos aparecen cuando Europa asiste con gran preocupación al cierre de varias plantas de acero. Así es, algunos de los mayores productores mundiales acaban de anunciar la parada temporal de hornos altos y plantas de producción, sobre todo en la Unión Europea. Como hemos dicho, estos planes de ajuste obedecen a la caída de la demanda en el continente, pero también se suma el aumento de las importaciones de acero extracomunitario a bajo coste, ya que está eximido de los elevados costes ambientales que asumen las plantas europeas, tanto en medidas correctoras como sobre todo por la obligación de adquirir derechos de emisión de dióxido de carbono.
Mientras tanto, ante la incertidumbre, los países europeos han comenzado a aplicar medidas de emergencia para mitigar el aumento de los precios de la energía. Como ya sabemos, el sector siderúrgico es una de las múltiples industrias que hacen un uso intensivo de la energía, y se ha mostrado especialmente vulnerable a la actual crisis energética, lo que repercute en los precios del acero. El aumento de los costes de los insumos, sumado a la erosión de la demanda, ya está provocando una ola de recortes e interrupciones de la producción que está poniendo en tela de juicio la viabilidad de todo el sector metalúrgico europeo.
Muchas de las medidas que se están aprobando parecen tener un alcance limitado, teniendo en cuenta que la crisis energética podría durar años. El grado de eficacia de estos esfuerzos para evitar la pérdida permanente de la capacidad siderúrgica europea en el largo plazo sigue siendo una incertidumbre. Sin embargo, las últimas iniciativas sugieren que los gobiernos ven la protección de sus sectores industriales, especialmente el acero, como algo estratégicamente importante.
Para 2023 las perspectivas son muy inciertas. La expectativa de una recuperación continua y estable de la pandemia se vio truncada por la guerra de Ucrania y el aumento de la inflación. La previsión de crecimiento de la demanda de acero en la UE se ha desplomado debido a su alta dependencia de la energía rusa, cuyos detalles analizamos recientemente en nuestro artículo Arania mantiene la confianza ante el corte de gas ruso.
En el caso del acero laminado de Arania, el sentimiento es de cautela ante los próximos acontecimientos, aunque se mantiene el optimismo con respecto al nivel de suministro de energía. En definitiva, gracias a las medidas tomadas por la dirección de la empresa y debido a su entorno energético e industrial, con una infraestructura de regasificación cercana que permite confiar en la continuidad del suministro, si se produjese un corte total del gas ruso que es lo que está afectando en gran medida a las fábricas siderúrgicas europeas), la planta de Arania podría continuar con la fabricación de acero.
Lo que viene hasta fin de año es territorio desconocido, y muchas empresas del sector del acero han renunciado a publicar un pronóstico de producción. Esta incertidumbre se traslada invariablemente a otros sectores. Por ejemplo, la junta directiva de la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto) ha revisado a la baja las perspectivas del sector para 2022, recortando a la mitad sus perspectivas de facturación.
No obstante, no todo son malas noticias. El sector de la automoción está superando poco a poco la escasez de componentes (especialmente microchips) que alcanzó su punto álgido tras la pandemia. La crisis energética tiene una incidencia relativa sobre las fábricas de coches, que no son consumidoras intensivas de electricidad. No obstante, este sector clave también se ve afectado por la fuerte subida de los costes energéticos, que están impactando en la competitividad de los fabricantes de componentes.